Hablo de sucesos.
Volvíamos a La
Habana después de unos días en la provincia de Pinar del Rio. Paseos a caballo,
exmilitares, tesoros y fruta en cascadas se habían sucedido alterando mi percepción
general de los cubanos a lo largo de los dos extremos del eje amor-odio.
Unos currantes de
la compañía telefónica nos transportaron en su camioneta hasta el puente de la
autopista que lleva a La Habana. En Cuba hay una única autopista de 6 carriles
que surca la isla por el centro. Los puentes que la pasan por encima para las
salidas, sirven como lugares improvisados de espera de la gente. Debajo del
puente a la sombra se puente esperar la guagua o cualquier medio de locomoción que
decida recogerte en botella (hacer botella es el nombre del autostop en Cuba).
Tuvimos suerte, pues cuando llegamos a unos 200 metros del puente había una guagua
pequeña y destartalada parada. Yo no tenía mucha fe en que nos llevara, pues se
veía que no era un transporte público, pero Saray tuvo mejor intuición y se pegó
la carrera para preguntarles. Desde lejos nos hizo el gesto de que nos apresuráramos,
y allá que fuimos.
Para nuestra
sorpresa se trataba de una guagua que el párroco de la iglesia había alquilado
para traer a toda una familia a la boda de un pariente a La Habana. El ambiente
era genial, y allí todos iban bien vestiditos a la capital a ver como se casaba
un familiar. Abuelos, padres, hijos, sobrinos, tíos, nietos, todos juntos.
De repente uno de
ellos, el hermano del novio, con el móvil en la mano y mirando la pantalla,
pide silencio intentando aplacar las múltiples conversaciones que había en la
guagua. Dice que le acaba de llegar un mensaje de un amigo suyo que vive en
Miami, se le ve con cara de incredulidad. Comienza a leer textualmente que
Obama acaba de anunciar que se acabó el bloqueo y que liberan a los 2 presos políticos
que quedan en EEUU de los llamados en Cuba “5 héroes”.
La gente se mira incrédula
unos a otros, yo en un primer momento pienso en si no es una broma del
amigacho. Pero en seguida se inicia la algarabía, algunos ríen a carcajadas aun
sin creérselo, otros inician conversaciones acaloradas con los demás, una mujer
mayor deja escapar alguna lágrima sin que se note mucho. Nosotros empezamos a
preguntarles y ellos a darnos sus opiniones. Bromean sobre que por fin volverá la
papa y el pescado a las tiendas, que si ya se ha resuelto todo. Alguno opina
que esas noticias no se publicarán en Cuba para que el gobierno pueda seguir echándole
la culpa de todo al bloqueo. Otros advierten que hay que esperar a ver como se
hace esto, porque después de 60 años uno ya ha pasado por demasiadas ilusiones
frustradas. Otros discuten sobre las verdaderas intenciones de Obama, sobre qué
significa esto, sobre todo. Nos preguntan cómo están las cosas en España…
Todo es muy rápido,
yo pienso en cómo se acogerá la noticia a nivel del país, si la gente saldrá a
la calle a celebrar. Horas después ya en La Habana y hablando con más gente veo
que no, la noticia se ha tomado con precaución e ilusión contenida, Raúl Castro
ha dado la noticia en televisión y la tele no para de analizar y hablar del
tema, pero la gente sigue su vida. Aun así, conservo la sensación de haber
vivido un momento histórico en el lugar adecuado, en una guagua que recibió la
noticia casi en directo a través de un mensaje.
PD: Unos días más
tarde, una mujer mayor con la que hable del tema, me preguntaba retóricamente bastante
emocionada. ¿Qué le hicimos nosotros a EEUU para que nos castigara de este
modo? ¿Porque perdonó a países como Rusia y Vietnam con los que llego a tener guerras?
¿Qué le hicimos nosotros tan grave para que haya tardado 60 años en
perdonarnos? Las preguntas se me quedaron en la cabeza resonando durante todo
el viaje. Y darles respuesta es difícil.
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