domingo, 15 de febrero de 2015

Con los dedos oliendo a Mexico

Llegamos a Tulum después de todo el día volando, esperando maletas, agarrando autobuses, etc. Son las 9 de la noche, y me bajo a la calle solo a buscar algo de cenar antes de ir a dormir. Tengo esa sensación alegre de haber regresado de viaje a un lugar que conoces aunque sea poco. Diviso a lo lejos un puesto callejero de tacos, el carrito con ruedas, la mesita al lado, la música sonando en la radio, todo me resulta gratamente familiar. Me siento y le pregunto al taquero de que tiene, y a cuanto los da (así hay que preguntar en México). Me responde con esa amabilidad inherente a los mexicanos, y le digo que me ponga uno de maciza, y otro de pastor. Me los sirve en seguida. En la radio suenan música banda, y mientras el cantante de turno canta sus penas y despechos por una ingrata mujer que lo ha traicionado, le pongo limoncito, cebolla con cilantro y salsa picante a los tacos y me los como. Que delicia. Si hay algo insalvable de cuba es su gastronomía, no hay por donde salvarla.

Acabo de comer, le pago y me despido. Por el camino de regreso a casa, me huelo los dedos y me inunda una sensación de alegría y bienestar. Y así, con los dedos oliendo a limón, a maíz y a carne de res, me voy a dormir. Con los dedos oliendo a México.

jueves, 12 de febrero de 2015

La puta digna

Paramos a tomarnos un flan en uno de los miles de cafeterías chiquitas atendidas por una persona que hay en La Habana. Nos atiende una mujer de unos 35 años, muy parlanchina y con actitud de estar hastiada de todo, pero para nada descortés. Nos dice que estudio teatro, y viajo por toda Europa una época con la compañía de teatro. Que La Habana es una ciudad llena de locos, sucia y ruidosa, que la odia. Que para ella es como una puta, que en su juventud fue guapa y linda, pero que ahora es vieja y se niega a aceptarlo y se maquilla de forma grotesca y sigue queriendo ser puta.
Esto me da que pensar. Efectivamente La Habana parece una ciudad bombardeada, Al contrario que las ciudades feas desde nacimiento, la Habana despierta esa lastima de quien fue hermoso y lo perdió, algo diferente a quien siempre ha sido feo. La ciudad es una sucesión continua de monumentalidad, calles con pasajes con columnas, edificios de mármol con techos a 4 y 5 metros de altura, balaustradas, fachadas con miles de filigranas de detalles, salones gigantes, etc. No es solo un centro histórico, es así barrio tras barrio de la zona centro. El dinero que hace falta para mantener una arquitectura así es abrumador, y la revolución decidió no gastarlo, cuando escaseo todo. En su lugar puedes ver arquitecturas muy dignas en las viviendas de nueva construcción que se abordaron cuando se decidió poner el foco en que todos los cubanos vivieran dignamente. Puedes ver todos los ejemplos en pueblos y ciudades de provincias, arquitectura más simple, más funcional y mucho mejor conservada.
Pero el turista se lleva la postal de la Habana, la de edificios faraónicos donde vive gente humilde que ni quiere ni podría en su vida mantener esos edificios. La arquitectura tiene esa paradoja, las sociedades que cambian sus valores y su modo de organizarse, deben cargar con la arquitectura de regímenes pasados, y decidir cómo van a sobrellevar esa carga.
Volviendo a la analogía de la puta. Me fui de La Habana pensando que esa puta vieja, quizás nunca volvería a lucir como cuando era joven, pero estaba cargada de una dignidad que se podía transfigurar en otro tipo de belleza. La dignidad de la foto que todos los turistas buscaban en las calles de La Habana. La foto de la viejita tendiendo su ropa en el balcón de un majestuoso edificio de mármol en ruinas. La dignidad de que esos edificios ahora sean viviendas. De haber retado a la arquitectura y haber producido esos contrastes tan cubanos que arrancan una sonrisa al extranjero. Miles de personas viviendo en palacios, siendo irreverentes con la arquitectura heredada, contrayendo entrepisos en esos cuartos de 5 metros de altura, tendiendo ropa en una barandilla de herrería con más valor que su sueldo de 100 años.

A mí me parece muy bella esa dignidad. Quizás allá salido ganando en el cambio.

lunes, 9 de febrero de 2015

El paquete nuestro de cada semana

Todo el mundo en Cuba, sabe a qué te refieres si hablas de “El paquete”. El paquete es la solución Cubana a la necesidad de entretenimiento e información. El paquete es por lo que puedes hablar con una chica cubana sobre series como la que se avecina o Aida. Puedes hablar sobre el último software para diseño gráfico, o sobre la última película de superhéroes, o el último videoclip de Madonna. El paquete es lo que surge cuando no hay una infraestructura de cables o satélites que posibiliten el intercambio de información. Porque a una población educada como la cubana se les volvió necesidad imperante entretenerse con productos audiovisuales, informarse y trabajar con software. Y cuando la necesidad está presente, el medio surge casi solo.
El paquete se materializa en un disco duro de 1 TB que llega actualizado cada semana. De donde viene ese paquete solo escuchamos hipótesis. Probablemente uno o varios que tiene acceso a una buena conexión de internet, en oficinas de gobierno, o en algún hotel de lujo son los encargados de descargar y preparar cada semana la nueva edición del paquete. Luego, una red formada por unos 4 o 5 niveles de personas, se encarga de distribuirlo por toda la isla. El chico con el que más hablamos de esto vivía en Santiago de Cuba (a unos 1000 km de La Habana). Nos dijo que el paquete viene desde la Habana cada semana, un chico lo trae en autobús, y en Santiago de Cuba se distribuye a los barrios. Este chico con el que hablamos es del último nivel del entramado. Recibe el paquete y lo copia a la gente que quiere disfrutarlo en sus casas, por un precio de 20 pesos cubanos (casi 1 dólar) a la semana.
No hay competencia, si tu entras a ser distribuidor en tu barrio no puede haber otra persona. No hay dos paquetes con diferente información. El paquete trae lo que trae, más de lo que puedes ver, y la depuración ha hecho que sea lo que la gente quiere ver. Películas, series, reality shows, música, etc. Lo que sí han surgido son modalidades de compra. Esto nos lo contaba otra chica. Si tú quieres ver solo una serie en concreto te puedes suscribir a esa serie, y cada semana vas a recoger el ultimo capitulo en tu USB por 2 pesos. También puedes elegir llevar un USB de 8 GB y que te graben todos los capítulos que quepan de una serie, eso son 10 pesos. La chica había llegado a lo conclusión de que le salía más a cuenta esta modalidad.
El tema me causo mucha curiosidad, y pregunte que pasaba si querías algo muy específico como un software. Me dijeron que no había problema, tú se lo decías a tu distribuidor, el hacía ascender la petición a través de los 5 niveles, y en un tiempo te llegaba el software por un precio acordado. Como veis tiene un aura mágica entre carcelaria y de red de drogas J.
La situación legal no era preocupante, el estado asume que ellos no pueden suministrarles ese entretenimiento a la gente, y tampoco creo que fuera muy eficaz perseguirlo. Así que lo permiten y todo el mundo habla de ello sin problemas. El grado de aceptación es tal que nos decían que muchas veces la televisión pública cubana pasa películas o series del paquete. Se sabe porque los mensajes de los subtituladores o cosas así que suelen llevar las películas que descargas son los mismos que la versión que viene en el paquete.

Me pareció muy interesante como sociedad, somos capaces de coordinarnos y crear estructuras para conseguir lo que realmente se convierte en una necesidad. Y más en un pueblo como el cubano que nunca ha visto desarrollada su autonomía ni iniciativa para emprender proyectos por ellos mismos.

sábado, 7 de febrero de 2015

Un proyecto de largo recorrido

Desde hace unos años, Saray y yo estamos haciendo un proyecto audiovisual relacionado con los viajes. De cada viaje hago un video como el que veréis aqui abajo, y con el tiempo los iré encadenando para hacer uno largo. Aquí os dejo el de Cuba, y el de México que lo tenia pendiente desde hace tiempo y al cual le iremos añadiendo mas material.
Saludos.



martes, 3 de febrero de 2015

Todo se puede, nada es seguro

Este mantra cubano nos ha acompañado durante todo el viaje, y el mejor consejo que te puedo dar si viajas a Cuba con recursos limitados, es que lo asimiles poco a poco, que te dejes empezar por él, y lo conviertas en tu fe, pues así es. Y no he querido decir así es Cuba, porque creo que así es el mundo.
Por un lado, todo se puede. El cubano medio se ha sacado un doctorado en supervivencia. La situación se lo exigía, y su educación básica se lo permitía. La represión cubana, existiendo, no es tan drástica ni arbitraria como para atemorizar a la población. Lo que hace que la pirula legal, la reinterpretación de las normas, y el hacer y luego pedir disculpas, sea común en Cuba. Además nadie tiene muy claro los límites legales de muchas cosas, lo que hace que se cree ese ambiente alegre de poder enfrentarte aún policía con la excusa de “señor disculpe pero no sabía que había problema con hacer eso”.
Mención aparte merece la relación de la población con sus fuerzas de seguridad. En varias ocasiones vimos a civiles poner en su sitio a policías, exigirles mejorar su trabajo, o discutirles su intervención con una soltura propia del que concibe a la policía como un servidor del pueblo. Espero que comprendáis lo chocante de esto para alguien que viene de México.
Y por el otro lado, nada es seguro. Totalmente lógico, el mismo sistema de normal legales laxas, interpretables o desconocidas. El ánimo caribeño de perdón y comprensión, y todo lo demás que hace que todo se pueda, también hace que nada sea seguro.
Pero no os agobiéis, cuando uno se relaja y empieza a bailar ese son, hasta le agarra cariño. Acabo el post con un listado de cosas que no hubiéramos hecho en Cuba si hubiéramos tomado demasiado en serio las normativas varias.
-          Introducir maletas con mercancía (ropa y calzado) desde México a Cuba, para que nos pagaran parte del pasaje de avión.
-          Dormir en casas de cubanos sin licencia para hospedar extranjeros como actividad económica.
-          Acampar al aire libre
-          Viajar en ómnibus, camión y maquina colectiva a precio irrisorio comparado con el transporte oficial del turista.
-          Obtener precio nacional en restaurantes haciéndonos pasar por estudiantes de La Habana.
-          Ir a ver el ballet nacional cubano a un precio 50 veces menor que el que nos correspondería por ser extranjeros.

-          Y otros asuntos que no listare aquí por no vernos implicados en procesos judiciales futuros.