Cuando uno decide irse a vivir a un país del tercer mundo,
hay una guerra que sabe que tendrá que combatir tarde o temprano. Uno se puede
hacer pendejo y creer que saldrá de la experiencia sin tener que librar esa
guerra. Pero se equivoca. Ese día llegara tarde o temprano. Y ese día ha
llegado para nosotros.
LAS CHINCHE WARS
En efecto, el enemigo eterno son los chinches. Un enemigo
desconocido para la mayoría de nosotros, asociado a episodios puntuales como
hostales cochambrosos de paso, o pisos de estudiantes en los que un día tuvimos
que trasnochar.
Más o menos las fases anteriores a la aceptación de la guerra
fueron las siguientes.
- Negación: Otra vez le están picando los
mosquitos a nuestro compañero de casa.
- Es problema de otro: Jajá, se le ha llenado
la habitación de chinches y se ha bajado a dormir al salón.
- Esto no ira más allá: El compañero de piso
saca todos los muebles del cuarto y fumiga a base de insecticida.
- Vislumbración de la guerra: Picotazos múltiples
en tu cuerpo un día al amanecer.
- Subestimación del enemigo: Rociamos de insecticida
y nos vamos una semana de vacaciones, al vuelta todos muertos por química o por
hambre.
- Desconcierto: No han muerto.
- Aceptación: O ellos o nosotros.
Adjunto fotos de los daños. Parecen mosquitos contundentes. Cuando se va la inchazon ves que son grupos de unas 5 o 6 picaduras alineadas cual ráfaga de ametralladora.
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