Varias personas nos han pedido que hablemos de lo sucedido
en Chiapas el 21 de Diciembre, día del fin del mundo para los occidentalizados.
No podría estar más complacido al relatar lo que pasó, pues me siento muy
afortunado de haberlo presenciado. Así que paso a relatar un poco lo que viví,
y al final del artículo añado unos enlaces a artículos de otra gente para quien quiera
ampliar información. Las fotografías nuestras las podrá Saray en otro post.
Por alguna irónica razón, desde hace un año las culturas
occidentales han bromeado con que el fin del mundo estaba escrito. Según el
calendario Maya, interpretado a nuestro antojo, el día 21 de Diciembre se acababa
el mundo. Digo que es irónico pues parece como si nuestras culturas occidentales,
en medio de una crisis que amenaza con acabar con NUESTRO mundo, quisiéramos ver
el fin del mundo en cualquier augurio.
En realidad los mayas no profetizaron ningún fin del mundo,
sino un cambio de baktun singular. Según ellos, estos momentos de fin e inicio
de grandes periodos de tiempo significan momentos de grandes cambios a grandes
escalas. Por compararlo con algo conocido, es como el cambio de era en el horóscopo
que conocemos. A algunos les puede sonar a superstición barata, pero viendo cómo
está el mundo no se les puede negar a los mayas que tuviera tino en pronosticar
un cambio de era en estos años. Una vez explicado el contexto vamos al tema.
El viernes 21, coincidiendo con el cambio de Baktun, miles
de Zapatistas bajaron una vez más de las montañas para hacerse visibles ante el
mundo y dejar un mensaje tan claro como conciso, “Seguimos en pie”. Sin
anunciarse en ningún medio, sin pedir permiso para manifestarse, sin ni
siquiera importarles congregar a muchos ojos que les miraran, aparecieron en
las afueras de las ciudades al salir el sol. El tiempo acompañó a crear el
ambiente idóneo, una fina lluvia y un cielo encapotado decoraban el escenario
en el cual los zapatistas, sin importarles el clima al que están acostumbrados,
volvieron a tomar las ciudades. Fueron 5 ciudades, 4 de las cuales ya habían sido
tomadas por las armas en 1994, pero esta vez no había armas, no eran
necesarias. En una formación impecable, en filas de 4 perfectamente visibles y
sin perder el paso, se adentraron en las ciudades dejando a las afueras los
camiones en los que llegaron. Una serpiente negra y silenciosa recorría las
calles de las ciudades, mientras los lugareños los miraban también en silencio.
Porque ese era el acto, una marcha silenciosa, ni un grito, ningún
cántico, ninguna pancarta, simplemente, miles, y miles, y miles de personas
encapuchadas de negro, en filas de 4. Yo me enteré por internet de que
llegaban, y todos esperábamos que al llegar a la plaza del centro dieran un
discurso, hablaran de que siguen luchando y de lo mal que esta todo, pero no
fue así. Bajé a verlos y la serpiente negra fantasmagórica ya rodeaba el
ayuntamiento, curvándose y aprovechando cada palmo de plaza para enroscarse
sobre sí misma y evitar que su cuerpo se parara en ningún lugar. Un podium improvisado
con una camioneta y unas maderas, servía para que la serpiente fuera pasando
ascendiendo y descendiendo del escenario. Los que pasaban por encima alzaban el
puño izquierdo, fila tras fila, sin descanso.
Lo más impactante era el silencio de ver a tanta gente
ejecutando una misma idea. Y más cuando uno viene de un sitio en el que si juntas a
100 personas, es imposible acordar algo para hacer en conjunto. Ver a
miles de personas, mujeres con bebés, jóvenes, mayores, todos andando en
silencio, puestos de acuerdo para un mismo día, puestos de acuerdo en hacer
todos lo mismo, realmente emociona. Los que mirábamos, incapaces de aguantar el
silencio, aplaudíamos a los que subían al escenario. Y gritaban consignas que
eran aplaudidas. Extrañamente no eran consignas de insulto al gobierno, o de
rabia, eran consignas de admiración, de reconocimiento ante esta gente que vive
en las montañas y se ha convertido en la vanguardia de los movimientos de
resistencia y dignidad.
“Zapata vive!”
“Vivan las mujeres zapatistas!”
“Sois el orgullo de México!”
Esta última me conmovió mucho, pues la decía una mujer mayor
muy afectada por los recuerdos de toda su vida, y me pareció que resumía muy
bien todo el evento.
Poco a poco fueron pasando todos. Las estimaciones se
prestan poco al juego de cifras cuando la cadencia de paso es de unos 4
zapatistas por segundo. Aproximadamente 20.000 zapatistas pasaron en 1 hora y
media por el centro de San Cristóbal. Al bajar del escenario, seguían su plan y
se colocaban todos detrás de la municipalidad, llenando a rebosar la plaza
trasera del ayuntamiento y guardando la formación y el silencio. De ese momento
es la foto que pongo en el post. Un mar de cabezas negras hasta donde alcanzaba
la vista, en silencio, impresionando solo con su número, recordando que no son
4, y que no necesitan gritar para parecer más.
Acto seguido sin mediar palabra, emprendieron la salida de la
ciudad con el mismo proceso ordenado que entraron. Agarraron sus camiones y
volvieron a sus poblados. Nunca un acto multitudinario sin discurso me había quedado
tan claro. A todos los que los habían dado por muertos, disgregados y acabados,
les quedó claro que se equivocaban, que no es preciso hablar en los medios para
seguir vivos, que ellos siguen su lucha, y quien quiera oír que oiga y quien
no, que siga aferrándose a su mundo que se muere. Porque el 21 de diciembre no
se acababa EL MUNDO, pero si se podía notar que ALGUNOS MUNDOS están enfermos y
no les queda mucho tiempo de vida.
Luego, para finalizar, el subcomandante Marcos puso la
guinda, con su arma más afilada, la palabra. Casi ni hacía falta, pero por una
incontinencia verbal que él mismo reconoce, tuvo que hacerlo. Publicó esta nota
simple que os pongo abajo, y cierro así esta demostración de poder del pueblo,
que el día 21 tuve el orgullo de presenciar.
Para ampliar información.
Marcos es poeta.
ResponderEliminarAlguna vez ha querido ser otra cosa? XDD
EliminarSobre mundos que crecen:
ResponderEliminar"Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante"
ya que permaneces en el anonimato cita al menos la fuente del texto XD.
EliminarEs de Buenaventura Durruti, hace 76 o 77 años, así que imagina.
EliminarGracias Sergio, me ha encantado tu crónica, es la mejor de las que he leído. Supongo que presenciar algo así debe ser bastante inspirador, ojalá que se os quede por mucho tiempo. Salud!
ResponderEliminarPablo
Gracias Pablo, sin duda es despues de vivirlo cuando empiezas a valorarlo. En el momento no sabes que estas asistiendo al marcha mas numerosa de zapatistas desde el 1 de enero del 94.
EliminarSi ya impacta contado por ti y viendo la imagen, estando allí no me lo quiero ni imaginar. Aquí ya sabes que todas esas noticias no son noticia, pero bueno, os tenemos a vosotros como corresponsales personales.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos!