jueves, 10 de enero de 2013

Nochebuena I


Nochebuena tiene muchas tradiciones en este lugar de Dios. Fuimos invitados por una amiga y excompañera de trabajo a su casa, ella es indígena y vive con su familia aquí en San Cristóbal.

Al llegar al barrio ya se notaba un aire distinto aun estando en la misma ciudad, se hacía más a una comunidad, y como su propio nombre indica celebraban en comuna las fiestas, compartiéndolas con los vecinos. En la puerta de cada casa había una buena hoguera para no pasar frio y en  la calle era prácticamente donde la pasaban charlando y yendo a la hoguera del vecino a saludar. Cuando fueran las 00:00 todos los de una misma calle se felicitarían la navidad y se darían un beso y un abrazo entre el calor de las hogueras. Antes de ello, cada casa se encargaría de una de las tradiciones.  

La casa que nos acogió era una casa típica de pueblo, con patio interior abierto al exterior y con muchas habitaciones y literas para las 14 personas que conforman la familia. Mi amiga era la quinta de 9 hermanos, y yo ya conocía a otros dos de sus hermanos. Los cabeza de familia, nos recibieron con dos hogueritas en marcha y calentando ollas llenas de ponche (bebida caliente sin alcohol) e hirviendo agua para los chayotes (entre patatas-boniatos-calabacines, no puedo ser más específica).


La figura patriarcal intentó mantener muchas conversaciones con nosotros comparando la vida de España y la de aquí, pero cierto es, que poco lo entendíamos. Él y su familia hablan sobre todo la lengua tzeltal y los más jóvenes ambos dos, español y tzeltal.
Antes de cenar, todos los vecinos eran llamados a una de las casas que le había tocado ese año hacer la misa y colocar el nacimiento (el belén). Más que misa eran cánticos de villancicos que le dedicaban al niño Jesús. El belén estaba compuesto por 4 inquietantes niños Jesusitos, todos idénticos, pero de distinto tamaño. Es tradición que vayan regalando o donando un nuevo niño Jesús al nacimiento de vez en cuando. Lo de los tamaños no me lo llegaron a explicar. Cuando entrabas y tomabas asiento ofrecían a todos los asistentes una vela finita que debías mantener encendida lo que durase la ceremonia y dos palmeritas de pólvora de esas que chisporrotean, que las encendías a mitad o al final. Yo no hacía más que intentar encender las palmeritas de Lorenzo sin que se diera cuenta para poder mantenerlo así despierto. ¡El tío no paraba de dormirse!.
 Al terminar los cánticos alguien del coro colocó a cada Jesusito en una silla a su medida, pero era curioso, porque no te dabas cuenta cuando lo hacían y de repente te encontrabas a los niños sentados y mirándote, con su misma forma, pero con su diversa altura… inquietante. Y ya por último los de la casa te obsequiaban con unos dulces y más ponche.

Mañana más, que la noche fue muy larga.

5 comentarios:

  1. me imagino que por el san pedro ¿eh?

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  2. ¿También nos engañaron con lo de los cáctus rituales?

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  3. XDDD no, este barrio era cristiano, ya no les dejan mas drogas ceremoniales que el alcohol del cuerpo de cristo.
    Tenemos pendiente ir a un Temascal, que si es un ritual maya. con su humo, y sus danzas, ya veremos si hay obsequian con San Pedro.

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  4. Los españoles siempre jodiéndolo todo.

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