sábado, 2 de agosto de 2014

Alineación de planetas en algún lugar de las montañas del sureste mexicano

Este post tiene dedicatoria especial, a mis compañeros de universidad, que lo sabrán apreciar con un sabor particular.

En el libro de “La guía del autoestopista intergaláctico” el protagonista se embarcaba en una nave espacial que se propulsaba con energía de improbabilidad. En resumidas cuentas, y si no recuerdo mal, si necesitabas ir a mucha velocidad, la nave debía causar un evento muy improbable dentro de la nave y de ahí obtenía su energía.
De haber estado la nave cerca de mí el otro día, hubiera obtenido energía suficiente para un viaje muy largo.

Situación pasada: Días cálidos de primavera en Alicante, 10:00 de la mañana, en algún lugar exterior de Alicante, clase de dibujo técnico. Cada poco tiempo nos tocaba salir a algún sitio a dibujar un croquis (dibujo a mano alzada dibujado in situ) y allí pasábamos toda la mañana. Calorcito, prisas por que diera tiempo, etc. Un día nos marcamos toda la sesión de dibujo escuchando un monográfico de Enrique Iglesias en un móvil. Era cuando Enriquito era un romántico empedernido y aun no se había dado a hacer temas medio reggetoneros.

Situación presente:   Me dirijo a una comunidad indígena del interior de la selva Lacandona. Voy a ofrecerme para ayudarles a reconstruir la escuela y la clínica del pueblo, que les destruyeron hace poco.
Allí me dicen que sería bueno que dibujara a mano como quieren el edificio, y se lo pudiera dejar allí antes de que me vuelva al día siguiente. Me prestan un lápiz, una goma de borrar, unos A4, y un cartón viejo, pues no tienen mesas. Me ponen a un guardián para que cuide de mí y me proporcione lo que necesito.

Y allí mismo, en medio de la nada, mientras dibujo otra vez a mano alzada después de muchísimo tiempo sin hacerlo, con un calor de justicia, sacando paralelas al borde del cartón a mucha velocidad, sucede lo improbable. Mi guardián y otro amigo sacan su móvil, y ponen un tema de Enriquito Iglesias! Y por 4 minutos todo es tan improbable como perfecto, y retrocedo 10 años en el tiempo. Sonrío ante lo curioso de la vida, y sigo dibujando con mi desentrenada mano zurda.

2 comentarios:

  1. Este chico le saca una sonrisa a cualquiera, que temon!!!

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  2. No me puedo llegar a imaginar que Justin Beaber una tanto a su generación como Enrique a unido a la nuestra. Es otra liga.

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