miércoles, 30 de octubre de 2013

Cinco cosas que aprendí en la escuelita zapatista

Como texto final sobre nuestro paso por la escuelita zapatista, os pego un articulo que he escrito para una revista del CNT, por petición de un amigo. Espero que os resulte interesante.

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La primera ronda del primer grado del curso “La libertad según l@s zapatistas”, tuvo lugar el pasado Agosto. Desde entonces ha pasado un tiempo, pero es que algunos platos son difíciles de digerir, y vale la pena no apresurarse en ello, y meditar un poco cómo pasarlos a texto. Sin ir más lejos, hace poco leía un artículo de Cesas Rendueles en el que resumía, con su estilo tan peculiar, la verdad más esencial que pude aprender en la escuelita zapatista.
“Porque el argumento más fuerte de los demócratas griegos contra los que escribe Platón, como Protágoras, era justamente que no hay rey filósofo. No hay expertos morales. No hay genios de la política. Todos venimos equipados de serie para participar en la asamblea de iguales donde deliberamos en común sobre las leyes que nos deben gobernar. Cualquier ser humano, por el mero hecho de serlo, dispone de todas las capacidades que necesita para ello. A diferencia del talento musical, deportivo o matemático, la virtud política es una capacidad distribuida. Con independencia del estado de tus abdominales, tu cuenta corriente, tu cociente intelectual o que te guste llevar minishorts y el tuning.”
Y por ello, la escuelita zapatista tenía poco de clase magistral, y mucho de convivencia. Porque los zapatistas, al parecer, nos tienen calados. Y saben muy bien qué es lo que nos pueden enseñar a nosotros, hombres y mujeres cultos y versados en el conocimiento de los mil y un “ismos” ideológicos.
Como no sabía muy bien cómo abordar este texto, me permitiréis que haya recurrido a la estructura por puntos, y que os relate de forma más bien resumida cinco cosas que me traje de la selva Lacandona. Tomadlo, los que no vayan a poder acudir, como un pésimo resumen del curso, y no duden en inscribirse a la próxima ronda los que sí puedan venir aquí. Será para final de año. Allá van mis aprendizajes:
1.       Nadie puede hacer grandes cosas solo: Y recalco, nadie. Sus pasamontañas lo dicen. Marcos somos todos, porque Marcos no es nadie. Si golpean a uno nos duele a todos, pero si uno cae no cae nadie. Olvídate de las grandes figuras, de las que consumen ríos de tinta y litros de saliva. Gandhi no derrocó al imperio británico, lo hicieron millones de indios.”Volveré y seré millones” que dijo hace mucho un indígena. Y es que vivir con los zapatistas, vivir “en” y “del” campo, vivir en la Lacandona te hace darte cuenta de que solo no eres nadie. Si no te transportan, si no te ayudan a construir tu casa, si no cuidan tu milpa cuando tú vas a una reunión. No eres nadie. Y si uno no es nadie aun menos podrá hacer grandes cosas. Los zapatistas son un chingo como dicen ellos. Y seguirán siéndolo hasta el final, porque lo importante no es el número sino las capacidades que se aprenden al ser más de uno, con un objetivo común.
2.       La capacidad de consenso es más importante que la inteligencia: Y ahí nos ganan de goleada. Sigamos devanándonos los sesos sobre qué sistema político es el mejor, sobre si izquierda o derecha, sobre si comunismo o socialismo, trotskismo o maoísmo, sindicatos o democracia líquida, no violencia o lucha armada… No digo que no sirva de nada, lo que creo haber aprendido es que no servirá de nada si no aprendemos a ponernos de acuerdo. Porque nadie puede hacer grandes cosas solo. Realmente envidiable la capacidad de consenso de los zapatistas. Mi duda era si cuando había que decidir algo contaban los votos de cada opinión y ganaba la opinión más votada. Su respuesta, cara de desconcierto de por medio, era que cuando había que decidir algo todos se acababan poniendo de acuerdo.
3.       La inteligencia dista mucho de ser más importante que la voluntad: Capacidad para ponerse de acuerdo primero, y capacidad para llevarlo a cabo después. Voluntad forjada durante 10 años de clandestinidad. Pasándose mensajes en las noches de lluvia. Reuniéndose en cuevas. Voluntad de tener ganas de reunirse a discutir sobre la educación de sus hijos, o la forma de gobernase, después de una jornada en el campo. Voluntad de las mujeres de implicarse en la política, por si no tuvieran bastantes tareas diarias. Voluntad férrea, ni una queja por las incomodidades. Voluntad de la que destroza la moral del contrario, de la difícil de mermar con contrainsurgencia. Y una capacidad asombrosa de asimilar que hay compañeros que abandonaron la lucha, y que no pasa nada. Que la lucha sigue, que los compas que abandonaron aun son hermanos, y que uno sigue luchando por él y por esos que abandonaron. A esta gente les sobra voluntad como para exportar al extranjero.
4.       La autonomía no es un año sabático, es un estilo de vida: Realmente no les podemos seguir el ritmo. Después de 20 años no tienen resaca. Decidieron autogobernarse sin pedirle permiso a nadie, y empezaron por lo que les caía más a mano para seguir por lo siguiente. Así de simple. Les queda mucho, ellos lo dicen. Agradecen la ayuda. Nos pidieron que habláramos al mundo de ellos. Que no dejemos que caigan en el olvido. Que ellos no van a dejar de ser como son, porque así llevan 500 años. Y ya casi lo llevan en la sangre de tanto sufrirlo. Y yo orgulloso de colaborar haciendo que no se olviden.
5.       No tienen soluciones mágicas, solo quieren tener derecho a equivocarse: Creo que muchos acudimos con las ansias de que se nos desvelaran el santo grial de la revolución. Los que asumimos lo ingenuo de tal esperanza pudimos volver con algo aprendido. Allí no están construyendo una sociedad perfecta, ni van a volver a ningún Edén perdido. Sus hijos quieren vestir a la moda, la alimentación es básica, las infraestructuras se hacen conforme se puede, han tenido autoridades que han malversado dinero, y no saben qué hacer aun con personas que cometen delitos muy graves. No esconden nada de ello, no se vanaglorian de cosas que no han conseguido. Pero las que han conseguido las han conseguido ellos mismos. Como grupo, como iguales, y con la ilusión de que su futuro depende de ellos. Y para los puristas del desarrollo decir, que vale la pena ver en qué punto están en cuestiones de género, educación y civismo.

No me extiendo mucho más. Tan solo agradecer el esfuerzo a todas las familias que nos acogieron, y cuidaron de que no le pasara nada a nuestras pieles suaves de ciudad. Cuando un pueblo entero te recibe a las 2 de la madrugada con canciones y aplausos como si tú hubieras logrado  algo importante, no te queda otra que volver a tu mundo e intentar lograr hacer algo importante para no defraudarlos.

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