jueves, 26 de junio de 2014

Allí donde la realidad se desmorona

Hoy os hablo de una curiosidad, una tontería casi sin importancia. Es esta foto.


Claro, el simple hecho de ponerlos la foto ya os hacer pensar que debe tener algo especial, os pone en alerta, y no tardareis mucho en descubrir que esa mesa de plástico esta al revés. Para los más lentos, esa mesa de plástico esta al revés, boca abajo.
Esa mesa está en la sala de espera de la oficina de migración de San Cristóbal de las Casas. Y debo reconocer que las 2 o 3 primeras veces que fui no me di cuenta de que estaba al revés. Recuerdo haberla mirado y haberme parecido rara. Pero no pensé que estaría al revés. La cuarta vez que fui lo vi claro, joder esta al revés. Y no solo está al revés sino que lleva al revés desde que yo estoy aquí. Y Dios sabe desde cuando antes.
Lo verdaderamente fantástico es que nadie, nunca se haya atrevido a darle la vuelta. Lo comprendo de los usuarios que acudimos a hacer un trámite, porque al final vas a un sitio de paso, en condición de inmigrante muchas veces, y no quieres jugártela a una carta haciéndoles ver la estupidez a los funcionarios que hay allí. Pero me resulta más increíble de los que trabajan allí, la sala de espera no es una habitación aparte, está junto con las oficinas donde te atienden, esa gente ve la mesa toooodos los días.
Llegados a ese punto se me ocurrieron tres teorías en mis esperas en esa sala.
1.       Era una broma de los funcionarios. Me resulta poco creíble porque no es tan gracioso tener esa mesa al revés. Pero bueno quien sabe el humor de los mexicanos.
2.       Era una situación de rey desnudo. Algún superior de todos los trabajadores de allí, había colocado la mesa así en un inicio. Los demás, aun siendo conscientes de que estaba al revés, no le han echado huevos en todo este tiempo a darle la vuelta y dejar como idiota al superior.
3.       Era una situación de la perpetuación de la mediocridad. Esta es la hipótesis más triste. Algunos funcionarios eran conscientes de que la mesa estaba al revés, pero dar el paso de hacerlo público y decir que así no era, significaba sobresalir sobre los demás compañeros.  Ser el blanco de los demás, que movidos por un sentimiento grupal de hermandad en la mediocridad, le hubiera crucificado como el listillo de la oficina.

Ha día de hoy sigo sin entenderlo, y de vez en cuando me da la idea de ir a posta y sacarles el tema a los funcionarios, para ver qué tipo de implosión sucede. Por ahora, no lo he hecho, y el mundo sigue girando.

2 comentarios:

  1. No me cabe ninguna duda de que irás a darle la vuelta y a preguntar porqué nadie lo ha hecho antes, justo el día que decidas volver a España

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  2. Me gusta porque es absurdo y en realidad a nadie parece importarle. Eres como Joel Fleishman en Cicely, Alaska.

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